domingo, 3 de noviembre de 2013

El amor de los ABUELOS

Aquellos que pueden disfrutar de sus abuelos tienen una inmensa suerte. Es un amor diferente, especial. Y no hablo desde la experiencia personal. Contar con ellos es una auténtica fortuna. Son fuente de conocimiento, de experiencia, de amor y parsimonia. Son emocionalmente más estables que la juventud, gozan de la serenidad que a los jóvenes les falta. Muchos tienen o han desarrollado un temperamento fuerte, otros muchos son suaves, sencillos y amorosos. Su historia personal les ha llevado a ser quienes son y tienen claras sus prioridades, ya han vivido lo suficiente para poder ver las cosas con otra perspectiva, para saber qué es lo importante en la vida y con quién quieren pasar el tiempo en su última etapa. La vejez es en absoluto un periodo menos bello que los demás. El final del libro descubre siempre todos los secretos, te otorga el entendimiento de todo aquello que a lo largo de la lectura no lograbas entender y, llegando con buena salud a este capítulo final, puede ser sin duda la mejor y más bonita de las experiencias.

Es un secreto a voces que la sociedad ha sufrido un cambio brutal en las últimas décadas. La mejora de la alimentación, la rapidez de los avances médicos y tecnológicos así como un aumento de la calidad de vida en general han aumentado la esperanza de vida, encontrándonos hoy con una población envejecida. Si a ello le sumamos la incorporación de la mujer al mundo laboral y el concepto de "planificación familiar" (antes más bien imposible) que significa en términos estadísticos un descenso de la natalidad, la media de edad de la población general ha aumentado si no un poco, bastante.

La actual longevidad de los padres y la tardía maternidad o paternidad de los hijos ha dado lugar a un fenómeno, la llamada generación sandwich. Antiguamente los abuelos vivían en su propia casa mientras que los hijos al casarse se independizaban, y cuando uno de los dos fallecía, lo cual sucedía a edades más tempranas, el viudo o la viuda acudía a vivir a casa de los hijos, formando parte de la familia y colaborando activamente en la educación y cuidado de los nietos hasta el fin de sus días.

Ahora el problema en sí no es quedarse viudo y no tener adónde ir. El "problema" es en este caso el aumento del índice de dependencia, fruto en parte del mencionado aumento de la esperanza de vida. La dependencia se define en este caso como la incapacidad de las personas mayores de cuidar de sí mismos de forma independiente, la pérdida de autonomía, requiriendo cuidados externos, siendo los hijos los parientes cercanos que más suelen hacerse cargo de esta tarea. En las familias con hijos de diferentes sexos esta tarea de cuidado suele recaer mayoritariamente sobre las mujeres, por cuestiones culturales e históricas.

La generación sandwich ha de mantener así tanto a sus hijos como a sus padres (física y económicamente), por un largo periodo de tiempo. Esto repercute negativamente en los cuidadores, pues la sobrecarga producida por la tarea de cuidado de un número considerable de personas dependientes empeora la salud física y psicológica, derivando en la mayoría de casos sin apoyo social en trastornos de depresión, ansiedad o en la manifestación de enfermedades físicas (obesidad, hipertensión arterial, diabetes mellitus entre otras).

La edad de jubilación se ha incrementado hace poco a 67 años. Pero no, 67 años de antes no son 67 años de ahora, y muchas veces puede resultar inadecuado o incluso inofensivo referirse a esta franja de edad con el término "anciano". Antes los abuelos y abuelas a esta edad (si llegaban) tenían el típico aspecto de los abuelitos y abuelitas de los cuentos. Ellos con su bastón y contando batallas de sus tiempos a los nietos, ellas haciendo calceta en la butaca con sus gafas de ver. Sus capacidades físicas y cognitivas estaban algo más deterioradas. Esta imagen o prototipo es algo exagerado, pero no se aleja mucho de la realidad.

Las personas mayores también se adaptan a la revolución tecnológica.
Los abuelos de hoy poco tienen que ver con los de antes. Muchos continúan ejerciendo de forma no remunerada tras la jubilación (el que puede), otros se dedican a viajar todo lo que anteriormente no pudieron, empiezan la carrera universitaria que siempre quisieron estudiar o le dedican más tiempo a la familia. Disfrutan plenamente de esta etapa de la vida y resultan más activos que antaño. En la mayoría de los casos sus "achaques" no les impide disfrutar de una calidad de vida antes impensable. La jubilación se va convirtiendo poco a poco en un cambio vital positivo, lejos del antiguo mito de "retirada del mundo laboral por dejar de ser productivo para la sociedad". Este cambio de enfoque es positivo no solo para las personas que atraviesan este intenso y drástico cambio, que ven en ello un alivio, una oportunidad para disfrutar de sus hobbies, familia y del tiempo libre que anteriormente no han tenido, sino para la sociedad, que puede encontrar en este grupo de población una fuente fantástica de experiencia y sabiduría, una variedad amplia de capacidades y habilidades, en definitiva, un grupo mucho más que productivo para la sociedad.

Si tienes personas mayores en la familia, reflexiona y piensa en el valor que tiene dedicarles tiempo hoy, demostrarles amor, hacerles felices, quererles bien, aprender de ellos o recordar con ellos, tener paciencia y sobretodo algo que veo a menudo que a los jóvenes nos falta: escuchar. Tienen mucho que decir; tienen mucho que enseñar. Cosas que seguramente no puedan enseñarte tus amigas ni tus profesores. Contar y recordar les ayuda además a ejercitar la memoria. En la vida no hay prisa, al contrario de lo que muchos piensan, y la lentitud en el habla, el bajo tono de voz, la serenidad o la templanza, no son defectos sino virtudes, características del envejecimiento normal y saludable, que en mi opinión son características naturales del ser humano que la sociedad anula y altera durante la infancia y que reaparecen cuando el mundo a nuestro alrededor deja de exigirnos tanto. O no... pero a mí me gusta creerlo así.



"En la juventud aprendemos. En la vejez entendemos." (Marie von Ebner Eschenbach)



¡Hasta muy pronto!

2 comentarios:

  1. Buenísimo y cuánta razón. En estos tiempos, sin el papel fundamental de los abuelos, esta sociedad no se sostendría.

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  2. Me alegra mucho que escribas sobre los abuelos, me parece que en España no se cuida ni respeta tanto como en otras culturas a las personas mayores y es una pena.
    Discrepo en un punto, donde dices que la generación sándwich sufre un deterioro al tener a su cargo mayor número de personas dependientes.

    Igual que tener hijos no supone un deterioro en términos de depresión y ansiedad, o al menos no debería suponerlo, el cuidado de tus padres tampoco. Otra cosa es lo que realmente pasa, que mucha gente lo ve como una carga, una obligación, una tarea que le quita tiempo y esfuerzo en algo que consideran inútil por pérdida de tiempo y ahí está el problema.

    Hay que pensar que tus padres te han cuidado toda su vida y que tú ahora por amor tienes que cuidar de ellos, no es algo que nadie deba decirte, y cuántas familias hay disgregadas porque un solo miembro (como bien dices mayoritariamente mujeres) es el que se hace cargo de sus padres. No lo hemos interiorizado.
    Estamos muy equivocados en considerar el cuidado de los ancianos como una opción, debe salir de ti y no se debe escatimar nunca en tiempo y esfuerzo.

    Por otro lado sí es verdad que ahora tras la jubilación se puede tener una vida más “amena” gracias a los avances científicos etc., pero por otro lado considero que se ha avanzado en términos de alargar la vida pero no con una buena calidad. Puede que disfrutes hasta los 70-75 haciendo planes pero llega un punto donde puedes estar 10 años muy deteriorado, con una calidad de vida baja y una esperanza de vida muy alta, ya has vivido de todo e incluso tienes ganas de por fin descansar después de una larga vida.

    En este caso me pregunto hasta qué punto es bueno vivir tanto y si los avances médicos suponen una ventaja, no lo sé.

    Muy buen artículo, tema espinoso.

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