viernes, 14 de febrero de 2014

Memoria y recuerdos...

¡¡Buenos días!! ¿Cómo empezamos este viernes maravilloso? Algunos estáis emocionados porque además de empezar el fin de semana, es San Valentín, a otros os pone de mal humor y yo, me vais a perdonar pero de esta celebración paso tres kilos, para mí es viernes y punto.

Llevaba casi dos semanas queriendo escribir este post. Pasé a finales de Enero unos días en Madrid recuperándome de un pequeño incidente y bueno, a pesar de haber perdido temporalmente un poquito de visión, aquí sigo al pie del cañón y escribiendo, que es lo que más me gusta, y sobre los temas que más me gustan.
Además del reposo y de no ver un pimiento, encontré tiempo que no tenía para pasear por la ciudad (eso sí, con gafas de sol a todas horas como si escondiera una eterna resaca) y para organizar (re)encuentros con viejas amistades y pasar momentazos -esos momentos que archivamos en el recuerdo como eventos vitales importantes- con personas importantes en mi vida, así como con mi familia. De hecho, he vuelto a Alemania y he seguido teniendo reencuentros con gente que hacia muchísimo que no veía. Así ha empezado el 2014. De reencuentros va la cosa.

Normalmente se producen durante esos reencuentros las correspondientes puestas al día y poco después surgen alusiones frecuentes a historias anecdóticas comunes del pasado. Comenzamos a compartir recuerdos.


Me llama la atención cómo somos capaces de reconstruir acontecimientos entre varias personas, aportando cada una los distintos detalles que guarda en su disco duro, las distintas perspectivas de un mismo recuerdo. 

"¿Te acuerdas de cuando fuiste a tal sitio, y te pasó tal cosa?" Y otro interviene: "Sí, que llevabas esa camiseta roja y blanca que te regaló Fulanito, y que tu madre llamó de repente en ese momento y escuchó toda la conversación..."; y un tercero: "¡es verdad! y entonces colgamos y apagamos el móvil y tú, Javi, fuiste a pedir otra copa y se te cayó encima de nosequién". Y pieza a pieza reconstruimos colectivamente LA ANÉCDOTA e individualmente vamos modificando el recuerdo que teníamos en la memoria, añadiendo y moldeando detalles, algunos recuperados del cajón del olvido.

Observando esta cadena de sucesos empecé a reflexionar y de ahí la temática del post de hoy: Los recuerdos.




Memoria

Cada persona tiene una capacidad determinada para memorizar, y almacena distintos detalles en función de la personalidad, de la carga emocional atribuida al evento o imagen en cuestión, de la motivación, de la atención selectiva y de muchos otros factores. La memoria es un proceso de grabación, archivo y clasificación de la información recibida, que hace posible su posterior recuperación.




Recuerdos

Podemos definirlos de dos maneras. Como imagenes del pasado almacenadas en la memoria y como reproducción de algo anterior aprendido o vivido, es decir, están estrechamente vinculados con la experiencia.



Cabe repetir lo curioso de las divergencias de un mismo recuerdo en función de la atención selectiva aplicada en el momento a recordar por parte de cada individuo. A veces sucede que, pasamos de caminar ciegos por la vida (como yo aquella semana por Madrid), a experimentar el "efecto Lázaro" (que me acabo de inventar ahora mismo, pero es que ya me diréis qué otro nombre le pondríais), es decir, comenzamos a ver de repente todo aquello que antes pasaba desapercibido a la vista, porque entra en nuestra selección de elementos a prestar atención. ¿Nos hemos comprado un traje nuevo de color rojo? De repente todo el mundo por la calle viste de ese color. ¿Nos fijamos en el coche que tiene la persona que nos gusta? Parece que viéramos ese coche en cada rincón de la ciudad, nos atreveríamos incluso a afirmar que es el coche que "se ve con más frecuencia". ¿Nos quedamos embarazadas? De repente parece que todas las mujeres de la ciudad lo están, vemos embarazadas por todas partes. Así es, vemos lo que queremos ver. Nuestra atención sigue el lema "Creer para ver".

Y así, se construyen nuestros recuerdos. Una mezcla de emociones, atención, motivación y por supuesto no faltan los cinco sentidos.

Por otro lado, me sorprende el "anclaje" que sufre mucha gente en su pasado o en un determinado recuerdo, impidiendo este hecho la correcta adaptación y asimilación del presente así como generando una dificultad de aprendizaje de cara al futuro. 

¿Cuántas veces habéis presenciado que una persona recuerde algo determinado, lo cuente y termine llorando, insultando de rabia o en definitiva, llevando sus emociones pasadas al presente?

Distintos psicólogos advierten que aferrarse a recuerdos o a uno concreto puede contribuir al desarrollo de depresiones e incluso en casos extremos, hasta una ruptura con la realidad actual (paranoia). Generalmente se produce una inadaptación del sujeto en cuestión. Algo que sucede a menudo en estos casos es la idealización. Nuestra mente es muy novelera, transforma y juega con nuestros recuerdos creando con relativa frecuencia las denominadas FALSAS MEMORIAS, es decir, recuerdos distorsionados debido a la inclusión de una carga emocional (positiva o negativa) exacerbada, al olvido de determinadas partes del recuerdo (generalmente negativas) o la atribución de imágenes no correspondientes con la realidad.

Digamos que nuestra mente almacena el recuerdo y luego hace Photoshop con él a su conveniencia.
Y tú podrías jurar por tu vida que aquello sucedió realmente así.
Pero está demostrado que no. Jamás con la misma exactitud.
Jamás un recuerdo es la exacta copia de la realidad.

Esto sucede en todos los ámbitos de la vida: amistad (aquel amigo que ya no está), con la pareja (cuando se recuerda solo la parte buena de una relación pasada y se exagera lo que se sintió), con el trabajo (recuerdo del rendimiento como mejor, de lo bien que nos lo pasábamos, de los magníficos compañeros) o con seres queridos que ya se fueron.

No sé si os suena: Recordar una época, un momento como algo mágico, especial, que parece que sonara de fondo una banda sonora, que el tiempo se hubiera detenido en ese preciso instante. Lo comparas con el presente y lo decoras de tal forma que parezca que hayas pasado de vivir una película de Hollywood a una vida vulgar, plana, aburrida.

Es demasiado probable que en el segundo exacto en el que estabas vivenciando aquello estuvieras feliz, sí, pero no lo vivías siendo consciente de que en el futuro ibas a recordarlo como el momento más bonito, mágico y especial de tu vida. Esa decoración e idealización del acontecimiento viene después, cuando tu mente activa el Photoshop y deja el recuerdo niquelado. Un par de emociones intensas por aquí, un par de coincidencias por allá, convirtiendo así un mero momento bonito sin más, en un momento extraordinario, tan extraordinario, que ni Tú mismo te lo crees.



Al dificultar este anclaje a los recuerdos la afectividad con aquellas situaciones y personas que sí están presentes, conviene tomar conciencia y pasar página. Podemos marcar la página y seguir leyendo, sí, pero sé tu mejor amigo y hazte el favor, de no leer jamás siempre la misma página.




Párate a pensar. 

¿Vives mayoritariamente en el pasado? ¿Tiendes a vivir el momento presente? 
¿O pasas la mayor parte de tu tiempo visionando el futuro? 
¿Cómo te identificas Tú?


Espero que hayáis disfrutado la reflexión y que haya iniciado en vosotros un pequeño debate mental.


Os llevo en el recuerdo hasta la próxima publicación ;) .





¡Hasta muy pronto!




"Conecta tus experiencias positivas del pasado con tus deseos del futuro y la vida te regalará un presente satisfecho" (Anónimo)

1 comentario:

  1. Gracias por la invitación Natalia, ya me he inscrito en vuestra página. Muy buena idea y creo que voy a recurrir muy a menudo a Paperblog como fuente de lectura variada. Un saludo!!

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